En una economía cautiva de las malas expectativas económicas a corto plazo, en la que se suceden los expedientes de regularización de empleo, deslocalizaciones, despidos o cierres de empresas, nos preguntamos ¿Quién es el culpable?
La respuesta rápida es los bancos y la crisis financiera, pero aunque los bancos probablemente sean los culpables de encender la hoguera, una vez ardiendo el monte me pregunto ¿Deben los bancos dejar el dinero de sus depositantes con estas expectativas?
Al avalar el gobierno los depósitos y comprar deuda de los bancos para que estos tengan liquidez para prestar, el dilema es, ¿a quien dejárselo? Difícil es la respuesta con casi todos los sectores de la economía cociéndose unos a fuego lento y otros ya quemados.
¿Quizás pudiéramos aplicar el dilema del prisionero de la teoría de juegos para resolver este problema?
Este dilema de la teoría de juegos, dice que cada jugador, de modo independiente, trata de aumentar al máximo su propia ventaja sin importarle el resultado del otro jugador, siendo el resultado dominante que cada jugador escoge traicionar al otro, aunque curiosamente ambos jugadores obtendrían un resultado mejor si colaborasen. Desafortunadamente, cada jugador está incentivado individualmente para defraudar al otro, incluso tras prometerle colaborar. La ironía está en que ambos parecen actuar racionalmente, pero el resultado es completamente irracional.
En la situación actual, teniendo en cuenta las expectativas a corto plazo lo lógico es que todas las empresas egoístamente y mirando solo sus previsiones despidan trabajadores, el problema es que en casi todos los sectores el pensamiento es el mismo. Pero, a alguien se le ocurre pensar que cada trabajador que se despide restringe al máximo su consumo. Obviamente no compra ni piso, ni coche, ni se va de vacaciones, etc.
El problema es la visión a corto plazo y las expectativas tan negativas. Si desde los gobiernos se orquestaran medidas para ayudar en el corto plazo a las empresas que mantengan el empleo, y desde todas las patronales se aconsejara mantener el empleo a toda costa como medida para incentivar el consumo, los trabajadores perdieran el miedo a ser despedidos y lo agradezcan consumiendo lo máximo posible y a ser posible producto nacional, quizás la crisis no se agravara.
Pero probablemente esto sea una utopia que difícilmente saldrá de mi blog, y continúen los despidos en lugar de reunirse entre todos, políticos, banqueros, patronal y sindicatos y decidan hacer un cortafuegos firmando un compromiso por el mantenimiento del empleo, aunque sea egoístamente, para evitar no acabar quemados ellos mismos.
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