Érase una vez una bella ciudad al borde de una ría, donde cuenta una leyenda que Dios apoyo uno de sus dedos cuando creo el mundo. Vigo que así se llamaba dicha ciudad fue el motor económico de una gran zona de influencia, tirando del carro de la economía y atrayendo población, primero de las zonas limítrofes para posteriormente recalar en ella gentes de todos partes del mundo.
Aunque se cuenta que empezó su declive durante una gran crisis que la golpeo al final de la primera década del siglo XXI, esto no fue de todo cierto, siendo la culpa de su declive del flautista de Hamelín.
Algunos se preguntaran ¿como puede un viejo cuento acabar con una ciudad? El hecho es que este cuento por todos conocidos, una vez se represento a gran escala en la ciudad de Vigo, así mientras unos hacían el papel de flautistas otros les seguían.
De manera que los flautistas exigían y exigían y los empresarios no cedían. Así que los flautistas movilizaron a sus seguidores y radicalizaron sus protestas, y los empresarios, algunos se arruinaron, otros se marcharon a otras zonas, otros cansados dejaron de luchar por sus negocios y los cerraron, y otros perdieron sus pedidos del extranjero y murieron poco a poco. Y los pocos que quedaron, años después recordaban con nostalgia, aquellos años anteriores a que sus trabajadores dejaron de preocuparse por sus empresas y sus trabajos y siguieron a ciegas a unos flautistas que les llevaron al río a ahogarse.
Y yo me pregunto, si cuando Dios apoyo su dedo en la ría de Vigo no se habrá clavado una esquirla de metal.
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