Érase una vez un pirata muy malvado, surcaba los mares atracando barcos a diestro y siniestro, para luego ofrecer el oro robado en los puertos en los que atracaba.
Sin embargo, no ofrecía el oro a cualquier precio, pediendo a los que se lo prestaba que le fueran devolviendo poco a poco mucho más de lo que les prestaba, y que en caso de no poder devolverlo le entregaran las llaves de sus casas.
Durante muchos años el pirata Banco Malo, hizo una gran fortuna, e incluso para ganar mas dinero, empezó a pedir dinero por los puertos, diciendo que devolvería siempre más de lo que recibía, y a cambio del oro entregaba unos papeles que decía que valían un equivalente en oro.
Con el nuevo sistema, ya no hacia falta que entregara el oro que robaba, con lo cual resultaba todo mucho más cómodo.
Sin embargo, el pirata Banco Malo, que era un pirata muy malo, se empezó a inventar papeles que decía que valían una determinada cantidad de oro, pero en esta ocasión el oro se lo quedaba él.
Este sistema le hizo amasar una gran fortuna, la cual guardaba celosamente. Siempre procuraba devolver el mínimo oro posible, para lo cual siempre que alguien quería que le cambiaran los papeles que le había entregado por su valor en oro, el siempre buscaba algún engaño y se inventaba algún otro papel que decía que valía más oro del que tenía que devolver.
Aunque el negocio era muy rentable, de vez en cuando en algunos puertos le pedían que devolviera demasiado oro, y el siempre decía lo mismo, que iba a buscarlo al barco al anochecer. Pero con los primero rayos de sol, lavaba anclas y zarpaba definitivamente para nunca más volver.
Sin embargo, un día se encontró con un problema generalizado, la gente empezó a no poder pagar sus deudas y tuvo que comprar otro barco para guardar todas las llaves de las casas. Como vio que su negocio, corría peligro pidió ayuda a algunos gobernantes amigos que se ofrecieron a endeudar a su pueblo gastando toneladas de oro en las obras más absurdas, para así poder dejar el oro de una manera más segura.
Y así, poco a poco, todos eran más pobres menos el pirata y sus amigos que tenían tanto oro que no sabían en que gastarlo.
Aunque lamentablemente el pobre pirata, de tanto cargar sus barcos de oro y llaves, acabo calculando mal el peso y un buen día se fue a pique, él sus llaves y su oro.
Y desde entonces se empezó a decir que “la avaricia rompe el barco”, aunque con el paso del tiempo sin que se sepa porque el dicho cambio y ahora se dice “la avaricia rompe el saco”.
Lo explicas a la perfección...
ResponderEliminarMark de Zabaleta
magnifico un cuento perfecto para que los niños comprendan lo que pasa!!!
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