LOS MUERTOS SIN NOMBRE Y LA PRIMA DE RIESGO DE MORIRSE DE HAMBRE.

“Muchos objetivos están a nuestro alcance.

Podemos lograrlos con visión de futuro,

trabajando juntos, uniendo nuestras fuerzas

como una comunidad de naciones, en el

nombre de un bien común.”

Ban Ki-moon

Quizás debería de escribir esta semana sobre el incremento de la prima de riesgo de la deuda de nuestro país, o sobre el batacazo bursátil de esta semana, o sobre el previsible rescate de Portugal, o sobre los Eurobonos que solucionarían todos estos problemas.

-No, no nos aburrarás más con los Eurobonos José Ramón, por favor te lo pido, o no volveré a visitar tu blog. Esto será sin duda lo que los pocos lectores o visitantes de mi blog puedan pensar. Y es que para que insistir cuando no tenemos visión de futuro a nivel europeo y trabajamos desunidos y en el nombre de los intereses de los mercados financieros en lugar del bien común de los ciudadanos.

Por eso hoy voy a ser optimista y un poco egoísta y voy a acordarme de:

• Los mil millones de personas que aún padecen hambre y que la única prima de riesgo que conocen es la de morirse de hambre y voy a pensar en la suerte que tenemos de poder comer todos los días.
• De los más de mil millones (aproximadamente 2 de cada diez) de seres humanos que cada año se ven obligados a recurrir al uso de fuentes de abastecimiento de agua potencialmente nocivas y para los cuales un grifo del que mane agua potable es algo tan raro como que yo no habrá un grifo de agua varias veces al día.
• De las cuatro de cada diez personas en el mundo que no tienen acceso a una letrina mientras yo visito mi cómodo retrete varias veces al día y tiro por él todos los días unos cuantos litros de agua potable.

Y es que hay muchas maneras de morir, pero la muerte por inanición me parece de las más crueles que puedan existir, máxime cuando todos los que vivimos en los países desarrollados podemos ver como todos los días se desperdician ingentes cantidades de alimentos y como nos atiborramos de ellos incluso hasta límites que perjudican nuestra salud.

Así las cosas, en nuestro planeta, cuando todos los días mueren de hambre 24.000 personas, algunos fallecidos destacan por sus meritos y saltan a los medios de comunicación, mientras otros miles son muertos sin nombre cuya muerte solo será recordada por unos pocos allegados.

Y por todo esto, doy las gracias a Dios, porque puedo comer y beber todos los días, y porque si hoy me muriera mi nombre aparecerá en una esquela y mi cuerpo no será pasto de los buitres o enterrado en una fosa común.

Por todo esto, la prima de riesgo más importante, y en la que deberíamos centrarnos, es la de la muerte por hambre, y los mercados financieros, que representan la acumulación del ahorro, deberían dedicarse no a hundir países cuyos ciudadanos no entienden como hemos podido llegar a esta situación, sino a realizar inversiones productivas para que la gente pueda trabajar y vivir, en lugar de especular para que otros se ceben hasta la muerte o despilfarran en caprichos que darían de comer a aldeas enteras del tercer mundo.

Pero cuidado con el hambre, que mueve a las masas adormecidas y es capaz de hacer que hasta mujeres embarazadas se embarquen en pateras poniendo en peligro no solo sus vidas sino las de sus bebes en busca de algo tan simple como la vida, cuidado con el plus de miseria que nos quieren implantar para pagar intereses de refinanciación de deudas, cuídense de que no pasemos hambre y de que sigamos teniendo un techo donde dormir y un grifo que abrir, porque el hambre arroja al lobo al bosque y puede hacer que hasta el perro más domesticado muerda la mano de su amo.

Aunque también lamentablemente, la progresiva dosificación de la miseria nos va haciendo cada vez más débiles y nos va adormeciendo hasta el punto de que cualquier día nos encontremos sin comida y sin fuerzas para pelear por ella.